La pérdida de confianza en los partidos políticos
Por Juan José Encarnación
SANTO DOMINGO, RD.-
A medida que pasa el tiempo, la ciudadanía ha ido perdiendo la confianza y la credibilidad en los partidos políticos, movimientos y liderazgos del país. Esta realidad no ha surgido de la noche a la mañana, sino que es el resultado de años de decepciones acumuladas, promesas incumplidas y prácticas alejadas del interés colectivo. Muchos dominicanos sienten que la política se ha convertido en un espacio de intereses personales más que en un instrumento de transformación social.
Desde hace mucho tiempo, en cada proceso electoral se ha notado una disminución en la motivación de los votantes. Las estadísticas lo confirman: hace algunos años, la abstención rondaba entre el 28% y el 30%, pero en las últimas elecciones ese porcentaje se elevó a cerca del 44%. Este incremento refleja un desencanto preocupante en la población, que ve cómo los comicios se repiten cada cuatro años sin que haya un cambio real en sus condiciones de vida.
Incluso en el exterior, donde reside una parte importante de la diáspora dominicana, la participación electoral ha sido baja. La Junta Central Electoral (JCE) cuenta con un padrón de aproximadamente 863, 785 inscritos en el exterior de 66 países, sin embargo, menos del 20% de ellos acudieron a votar. Este dato revela un profundo desinterés y una desconexión entre los dominicanos en el exterior y los procesos políticos nacionales.
La situación es grave, y tanto la JCE como los partidos políticos deben reflexionar sobre sus causas. No se trata solo de números, sino de la pérdida del vínculo emocional y moral entre los ciudadanos y las organizaciones políticas. Los partidos solo se acuerdan de sus bases y simpatizantes en tiempos electorales, de la misma forma que algunas instituciones solo se acuerdan de sus empleados cuando llega la Navidad. Esa relación utilitaria ha minado la confianza del pueblo.
Una de las razones de esta desconexión es el maltrato que reciben los militantes de base. Muchos dejan de descansar, de compartir con sus familias y de atender sus compromisos personales para asistir a reuniones políticas bajo el calor o la lluvia, recorriendo largas distancias y gastando su dinero en transporte. Sin embargo, cuando los candidatos que apoyaron logran el poder, los olvidan y se rodean de nuevos círculos de intereses.
Esta conducta reiterada ha generado frustración y desmotivación. Las personas sienten que sus esfuerzos no son reconocidos, que su lealtad no vale nada y que el sacrificio por las causas políticas es inútil. La dirigencia, en lugar de fortalecer la comunicación con sus seguidores, ha preferido mantener una relación vertical y distante, lo que ha erosionado los cimientos de la participación política.
Finalmente, no se puede dejar de mencionar que gran parte del apoyo económico a las campañas provenía del exterior, especialmente de los dominicanos residentes en Estados Unidos. Con el paso del tiempo, ese respaldo también ha disminuido, ya que muchos de esos dominicanos sienten que sus aportes no se traducen en representación ni en respeto hacia la diáspora. Esta falta de reciprocidad ha afectado profundamente la motivación del voto en el exterior y, por extensión, la credibilidad del sistema político en su conjunto.

