Alcaldía SDE develiza busto en honor al artista Domingo Liz

Por Roberto Veras

SANTO DOMINGO ESTE.-

En la emblemática avenida España, justo al lado del Plan Social de la Presidencia, se ha erigido un busto en honor al renombrado artista Domingo Liz. Este acto conmemorativo es un reconocimiento al legado de un hombre que destacó no solo como escultor, sino también como pintor y dibujante.

Liz, con una vida marcada por la adversidad, encontró en el arte una vía de escape y superación. Él mismo solía relatar cómo su origen humilde enriqueció su perspectiva artística: «Nací en un medio pobre, pero siempre tuve que estar en actividad para superarme a mí mismo. Aunque las manifestaciones artísticas no eran evidentes en mi entorno, sentía una vigencia interna que me impulsaba a buscarlas».

Su formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes fue un período crucial en su desarrollo. A pesar de las limitaciones iniciales en su educación artística, Liz supo valorar la influencia de los profesores, en su mayoría inmigrantes españoles, que moldearon su visión artística durante su estancia entre 1947 y 1950.

Domingo Liz dejó una huella imborrable en el mundo del arte dominicano no solo a través de su obra, sino también como educador. Su pasión por el arte lo llevó a compartir sus conocimientos y experiencias con las nuevas generaciones, impartiendo clases tanto en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) como en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

En estas instituciones educativas, Liz no solo transmitió las técnicas y principios fundamentales del arte, sino que también inspiró a sus estudiantes con su visión única y su compromiso inquebrantable con la creatividad y la expresión personal.

Su enseñanza trascendió más allá del aula, fomentando un ambiente de exploración, curiosidad y libertad artística. Los estudiantes que tuvieron la fortuna de aprender de él recuerdan su enfoque innovador y su capacidad para estimular el pensamiento crítico y la imaginación.

Ángel Sosa, uno de sus alumnos en la carrera de arquitectura, compartió una anécdota que refleja la perspicacia y el humor de Liz. Esta historia no solo ilustra su carácter único, sino también su habilidad para conectar con los estudiantes y motivarlos a cuestionar y reflexionar sobre su camino profesional y personal.

Sosa, quien tuvo el privilegio de ser alumno de Liz en los años 80 en la carrera de arquitectura, compartió una anécdota reveladora sobre la perspicacia de su maestro. En una ocasión, Liz preguntó a sus estudiantes cuántos de ellos poseían un vehículo. Solo dos levantaron la mano. Con su característico sentido del humor, Liz comentó: «Esta carrera está empobreciendo».

El busto en honor a Domingo Liz es, por tanto, un símbolo no solo de su legado artístico, sino también de su contribución invaluable a la formación de artistas y profesionales del arte en la República Dominicana. Su memoria perdurará como un faro de inspiración para las futuras generaciones de creadores y pensadores.

Por otra parte, Dionicio Blanco al hablar sobre el alcalde Manuel Jiménez, destacó la importancia de que un artista rinda homenaje a otro. Según Blanco, Liz fue un «anarquista del arte», una figura que desafió las convenciones tradicionales y que encontró en su rebeldía una fuente inagotable de creatividad.

Este busto no solo es un tributo a la vida y obra de Domingo Liz, sino también un recordatorio de la importancia del arte como instrumento de transformación personal y social. En un mundo que a menudo valora más las riquezas materiales que las espirituales, la historia de Liz nos invita a reflexionar sobre el verdadero valor del arte y la creatividad en nuestras vidas.

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