«Los documentos desclasificados que sacuden nuestra historia»
Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO, RD.-
En los últimos días, Estados Unidos ha desclasificado ciertas documentaciones relacionadas con el expresidente John F. Kennedy y el dictador Rafael Leónidas Trujillo de la República Dominicana.
A la luz de estos nuevos documentos, surge una interrogante inquietante: ¿debemos reconsiderar la historia tal como nos la han contado? Incluso, ¿sería necesario pedirle disculpas a Trujillo?
El problema radica en que muchos de los personajes que hoy llevan nombres de calles, avenidas y monumentos han sido, en realidad, protagonistas de actos deleznables, incluyendo la violación de mujeres. Es un sinsentido histórico que revela la hipocresía de nuestros patriotas de escritorio, intelectuales a conveniencia y cortesanos a sueldo.
Mi amigo Ramírez me ha hecho llegar algunos detalles reveladores: la paradoja de que la Feria haya sido bautizada como el «Centro de los Héroes», así como la designación de calles con nombres de figuras que, según las nuevas revelaciones, fueron delincuentes disfrazados de redentores.
Es como si la Plaza de San Pedro en Roma fuese rebautizada como la Plaza de Martín Lutero o si el mes de julio pasara a llamarse el mes de Bruto. ¿Acaso sería concebible que la Avenida Kennedy pasara a ser la Avenida Lee Harvey Oswald? ¿O que la Avenida Lincoln llevase el nombre de John Wilkes Booth? ¿O que la provincia María Trinidad Sánchez fuera rebautizada como provincia Pedro Santana?
¡Qué barbaridad!
Estos documentos desclasificados han servido, al menos, para sembrar la duda en la juventud. Por fin, algunos comienzan a cuestionar la veracidad de la historia que les han inculcado con el único propósito de que los delincuentes de siempre sigan usufructuando el poder a su antojo.
La historia no es un relato inmutable. Se moldea, se oculta y se manipula al servicio de intereses particulares. Quizás ha llegado el momento de repensar la memoria histórica y rescatar la verdad de entre las sombras de la propaganda.